Celebración 90 años de Ilda Vence

Discurso realizado por Araceli Ezzatti el viernes 27 en el templo Central

_ Buenas tardes, es un privilegio formar parte de esta gran familia reunida junto a Ilda en tan importante y grata celebración. Esta es una fiesta de gratitud a Dios, a la vida, a la familia, a los amigos que han tejido esta red de afecto, solidaridad, compromiso, respeto. Red que se ha ido tejiendo en algunas décadas de mutuo conocimiento y acompañamiento.

¿Qué se puede decir de Ilda que ya no se haya dicho?

En primer lugar, que hoy, como hace mucho tiempo, para mí unos 50 años, encontramos a Ilda con el mismo deseo de vivir con intensidad el tiempo presente y proyectarse al futuro, rodeada de personas y atenta a lo que ocurre en su entorno, en la iglesia, en el país, en el mundo. Esa energía que a veces nos desborda, es expresión de su amor por la vida y la gente.

Ilda dice que el presente la atrapa y en el pasado descubre cosas formidables y agradece a Dios que nunca estuvo ni se sintió sola; siempre hubo alguien que la acompañara o alguien para acompañar.

Recuerda a menudo su primera experiencia pastoral en Artigas que no fue fácil por su juventud, la falta de experiencia, los problemas económicos, donde, sin embargo recogió amistades para toda la vida; y así ocurrió en sus múltiples ministerios en pequeñas o más grandes congregaciones, en la conducción de la Iglesia como presidenta, en comisiones internacionales. Experiencias difíciles, muchas veces dolorosas, pero también grandes satisfacciones.

Le tocó recorrer un tiempo del siglo XX desafiante y difícil en un Uruguay de posguerra en la pujante comunidad del Cerro, también tiempos de estudios en el Exterior, y en la vida profesional, demostrar que como primera pastora metodista en América Latina se podía ser pastora a pesar de ser mujer tanto a los ojos institucionales como  sociales, abriendo así, caminos a muchas otras hermanas. Las expectativas de los años 60 en nuestro país y A. L., la encontraron con gran energía y profundo interés en los temas sociales y el rol que debía jugar la Iglesia. También le tuvo que afrontar los tiempos crueles de dictadura y la lucha por volver a la libertad, como pastora y ciudadana.

En ese periplo es de destacar como Ilda logró conjugar dos ámbitos que se excluían o por lo menos, no se mezclaban: la militancia política y la Iglesia, menos aún desde el ministerio pastoral.

En ambos ámbitos su participación recogió profundas amistades y severas críticas en algunos espacios. El tiempo dio razón a sus acciones y a su autoridad personal y pastoral.

Su compromiso con la justicia y los DDHH, la sensibilidad para con el sufrimiento humano han sido, como ella lo manifiesta, esenciales en su vida y su vocación, fuertemente motivados por su fe cristiana, desde la lectura e interpretación del Evangelio. En estas motivaciones, formación y estímulo fue figura esencial el pastor Earl Smith, hombre sabio, que desde la fe luchó por la justicia en Uruguay y en el mundo. Fundador del Movimiento de Reconciliación y Paz que Ilda integró desde sus comienzos.

No quiero dejar de destacar una dimensión de la vida personal que es su sentido de Hospitalidad. Muchas personas han llegado y siguen llegando y son cordial y afectuosamente recibidas en su casa. Quienes visitan, quienes buscan un diálogo, unas palabras de comprensión o consuelo, quienes necesitan un alojamiento. La casa de Ilda siempre ha tenido un espacio, un tiempo para escuchar, una comida para compartir, un rato de juego para distenderse o una interesante charla sobre sus diversos intereses: deportes, música, libros.

Cuando pienso en Ilda siempre me viene a la mente la frase de San Agustín: “Ama y haz lo que quieras”.

Ilda ha recorrido y sigue recorriendo caminos intensos de compromiso y amor por la gente. Jubilada, pero no retirada, sigue siendo autoridad pastoral y referente de muchas personas y lo vive con alegría y gratitud a Dios y con renovados deseos de servir; aunque lucha con algunos impedimentos físicos, se mantiene pertinaz en su empeño.

 

San Agustín dijo allá entre los siglos IV y V:

Ama y haz lo que quieras,
Si callas, callarás con amor;
Si gritas, gritarás con amor;
Si corriges, corregirás con amor;
Si perdonas, perdonarás con amor.

 

Ilda, creo que este pensamiento del Sabio Agustín te representa y hoy en gratitud por haberte conocido y compartir estos hermosos momentos, te pedimos que sigas amando a Dios, a la vida, a la gente, porque que vas a hacer lo que quieras, ¿quién lo puede dudar?

 

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