Es tiempo de cuaresma

Es tiempo propicio para la bendición. La cuaresma nos bendice ayudándonos a recordar que necesitamos descalzarnos.

La vida nos calza con cueros y cintos que por una parte protegen y aseguran pero por otra aprietan y oprimen. Con una sabiduría milenaria los orantes de muchas tradiciones descalzan sus pies al entrar en oración. Yavé se lo indica a Moisés en el Horeb:

“Descálzate porque la tierra que pisas es sagrada”.

La Cuaresma nos ayuda a hacer consciente al sufriente de su libertad última para descalzarse y dejar a un lado, por un momento o para siempre, aquello que lo lastima, oprime o impide crecer.

Por otra parte el clima y los árboles ya pre-anuncian el fin del verano y la llegada de una nueva estación. Eso implica caminar y seguir buscando, dejarse encontrar y hacer preguntas.

La samaritana en el pretil del pozo pregunta con nosotros a Jesús: ¿dónde adorar?, ¿en qué templo?, ¿de qué forma?
Oigo esa misma pregunta en medios de comunicación, en la calle, en la desazón de muchos creyentes, agnósticos o ateos. En nuestros mayores o jóvenes, que necesitan acercarse a lo sagrado y tener experiencia de lo trascendente. Somos personas en busca de sentido para sus vidas. Sin sentido no se puede vivir. La samaritana tiene también necesidad de adorar, de encontrar sentido. No termina de entender el ofrecimiento de Jesús de agua viva. Un agua que sacia de verdad nuestra sed interior, nuestro deseo infinito. No llega a comprender, como nosotros tampoco, qué significa adorar con espíritu y con verdad. Tras toda una vida de adoración con intermediarios, sacramentos, liturgias, ritos y templos, no es fácil prescindir de la cortina del templo. Jesús rasga ese velo con su vida entregada.

Es posible vivir descalzos sabiendo que nuestros pies caminan sobre la palma de la mano de Dios. Es posible vivir descalzos sabiendo que para llegar al corazón del hermano y de la hermana hemos de acercarnos con perdón y sanación no con juicio y castigo.

Atrevámonos a dar unos pasos descalzos sobre este suelo húmedo del rocío de la mañana. Así comprenderemos la alegría de estar vivos y en camino hacia “el manantial que brota dando vida plena”.

Es tiempo de caminar, examinarnos y volvernos a Dios. Eso es cuaresma.
Caminemos juntos y juntas hacia la victoria que nos da la Pascua de Resurrección.

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