Mensaje de PASCUA

La Semana Santa es una semana turbulenta. Jesús decide subir hasta Jerusalén. En ella se resumen el intento de Jesús de consolidar su mensaje, con una entrada triunfal de Rey sentado en un burrito símbolo de humildad. De concretar, en forma evidente, la separación de la fe de lo que es el poder político o religioso en la limpieza del templo. Hace distancia entre la lealtad al César y a Dios. Denuncia a los maestros de la Ley por sus abusos. Su popularidad entre el pueblo y sabiduría le hacen un ser molesto. El aire se llena de intentos conspiratorios de quienes sienten amenazado su poder que llevan a Caifás a sentenciar: «es mejor que un hombre muera para salvar el pueblo». Frase hueca pero convincente. Jesús busca advertir y modelar a sus discípulos en lo que vendrá, en la celebración de la Pascua, en la cual, el que se crea más importante debe ser el sirviente de los demás. Jesús sabiendo que quedarán frustrados y confundidos ora por ellos, porque no haya discordias sino unidad, no solo por ellos sino por los que vendrán a la fe por ellos. El juicio y la sentencia es una escena preparada a la que el Imperio se lava las manos e incluso asume, hacen la parodia de liberar a un preso. Le crucifican, es una muerte de tortura y lenta destinada a ladrones y criminales.

La muerte de Jesús trae silencio. Silencio de muerte, de derrota, de sueños quebrados, de desencanto, de soledad. Los discípulos están confundidos de sus propias traiciones y dudas. Algunos ya se habían marchado como los caminantes de Emaús. Fueron las mujeres las que encuentran llevando perfume a la tumba, que la piedra había sido removida, entonces recuerdan las palabras del Maestro de su resurrección. Son los discípulos los que dudan, los hechos les devolverán la fe. La resurrección es la victoria de la vida sobre la muerte, de lo justo sobre lo injusto, de volver a que la esperanza prevalezca. “Los cristianos hemos mostrado que el miedo y la preocupación están más cerca de nosotros que el júbilo de los liberados” dice teólogo J. Moltmann. Durante siglos hemos plantado en nuestro corazón y hemos colgado en las paredes la cruz de un crucificado vencido y no vencedor. Dios nos llama a vivir experiencias de resurrección en nuestras vidas y circunstancias. Fermentos de justicia y liberación. Aunque nos encontremos en medio del desierto, en nuestras soledades y angustias, nuestras experiencias cambio por pequeñas que sean, son experiencias de resurrección, que nos permiten creer y esperar en las promesas que encierra para todos la resurrección de Jesús.

La Iglesia Metodista les desea a todos y todas una jubilosa PASCUA DE RESURRECCIÓN en la vida de cada uno, que nos haga crecer en la fe, en ustedes mismos y en la esperanza. En gestos de amor, comprensión y servicio hacia el otro.

Junta Nacional de Vida y Misión

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