Mensaje Navidad Presidencia IMU 2017

“Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días en que ella había de dar a luz. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Y había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre sus rebaños. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis, porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que serán para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Y esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.”

Lucas 2: 6-12

 

Hace ya unos años, en un sermón de Navidad el predicador basó su mensaje en «Qué tiene que ver el estruendo de la pirotecnia que soportamos en la pasada medianoche con el nacimiento del Salvador. Para los destinatarios de ese mensaje, tenía absoluto sentido el cuestionamiento. Veamos el marco. Estábamos en una de nuestras iglesias, un 25 de diciembre, para alabar al Señor de la Vida, en una fecha significativa, fundamental, para nosotros los cristianos. Fecha para la cual nos preparamos durante el Adviento.

Por estas fechas nos bombardean con todo tipo de comerciales con los cuales ofrecen la felicidad en cuotas y sin intereses. Los comerciales que se precien deben brindar un marco acorde al producto o servicio que ofrece. Algunos ejemplos de esto. Productos que nos los muestran en tremendas mansiones, con el evidente propósito de que nos asociemos con el propietario de la misma al considerar adquirirlo. Otros nos lo ofrecen modelos, tanto femeninos como masculinos, que ya hace años son cuestionados por ser considerados que alientan a malas prácticas alimentarias. También es común ver, en los comerciales de estos días, a un señor con evidentes malas prácticas alimentarias-dado su manifiesto sobrepeso- con prominente barba y cabellera blancas, generalmente vestido de rojo. Lo ubican. Todo un símbolo para la publicidad de estas fechas. Nuestro Adviento. Cabe la pregunta: “¿qué tiene que ver este señor con el advenimiento del Redentor? Más quizás que la pregunta base de aquel sermón. ¿Verdad?

Fue del análisis de estas situaciones que me vino, casi sobresaltándome, algo así como un “Eureka”, la relación entre las cañitas voladoras del sermón referido con la vida según los comerciales. Después de todo este tiempo, le vengo a encontrar un sentido metafórico a las luces provocadas por las cañitas voladoras. Lo que nos pintan y tratan de vender en estas épocas se relaciona a lo efímero de una alegría que nos proporciona el vuelo de una cañita. Ésta se eleva y explota proporcionando al cielo luces de distintos y bellos colores por un brevísimo instante. Al extinguirse estas luces, se nos aparece nuevamente el brillo cuasi eterno de las estrellas. ¿Verdad que contrasta? Ahí le encuentro el sentido, en realidad, al contraste. Por un lado la felicidad de recibir a quien nos da vida, y vida en abundancia, para la cual los cristianos nos preparamos en el Adviento, relacionada con el brillo permanente de las estrellas. Por otro lado tenemos la circunstancialidad de lo que nos venden en la publicidad de compras “imprescindibles”, según los comerciales, en la que se basa la alegría de los compradores, asimilable a la fugacidad de las luces proporcionada por la cañita. Felicidad, según el diccionario de la Real Academia Española: Estado de grata satisfacción espiritual y física, contra circunstancial, breve y efímera alegría.

Que El Señor de la Vida los bendiga grandemente en esta Navidad Shalom

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