Día Internacional de la Mujer 2018

El Día Internacional de la Mujer fue instituido en 1975 por las Naciones Unidas en homenaje a las 129 obreras textiles que el 8 de marzo de 1908 murieron carbonizadas en Nueva York
cuando  el dueño de una fábrica decidió incendiar el edificio antes que escuchar reclamos laborales. Cada año se celebra (reflexiona y manifiesta) una jornada más de defensa de los derechos femeninos y de conquistas obtenidas en contra de la discriminación y de la violencia contra la mujer.

Ya hace más de  110 años de aquel 8 de marzo de 1908 en el cual murieron carbonizadas en Nueva York 129 mujeres luchando por sus derechos. En todo este tiempo muchas cosas han cambiando, hubo adelantos en muchas áreas pero, lamentablemente, en lo que tiene que ver con las relaciones de poder quedan muchos caminos por recorrer. Las mujeres continuamos siendo víctimas de violencia de género.

Somos parte del pueblo cristiano, por eso,  seguimos las palabras de Jesús cuando dice:

…yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia…
(Juan 10.10)

Sabemos que en el mundo y en nuestro país (que no está fuera del mundo) los casos de violencia hacia las mujeres han llegado a cifras importantes.

Por eso:

  • – Somos conscientes de que no lo podemos permitir
  • – Creemos, afirmamos y buscamos hacer real  la vida digna, plena y abundante para todas las criaturas – entre ellas – LAS MUJERES
  • –  Asumimos el compromiso de anunciar y defender la vida

En esta fecha simbólica e importante, invitamos a dedicar un tiempo de reflexión y oración en sus congregaciones y a participar de los momentos organizados por otras mujeres y hombres que luchan por la armonía en sus relaciones:  familiares, de pareja, laborales, académicas, políticas y sociales.

Soñamos y trabajamos por una Paz que no nos viene regalada. Nos proponemos a promocionar y vivir relaciones moldeadas con elementos cargados de amor (a Dios y al prójimo como a sí mismo), reconocimientos, arrepentimientos, reparaciones, resiliencias, actos de justicia, respeto en las diferencias, paciencia histórica, consciencia y fuerza en la lucha constante.

Todo esta propuesta requiere compromiso de mujeres y hombres, educación desde la primer infancia, unidad entre la diversidad de grupos. Tomemos consciencia que es urgente transformar la realidad de violencia en que viven muchas mujeres en nuestro país. Juntemos nuestras fuerzas y construyamos en unidad una nueva realidad.

En medio a la constante tensión entre la misión  de anunciar la Buena Noticia de Jesucristo – que ofrece la vida plena-  y la realidad en la cual vivimos – de violencia hacia las mujeres en aumento –  debemos resistir a la tentación de “omisión” e insistir en el compromiso de “la acción”. Conocer la realidad, denunciarla, actuar en la comunidad y luchar para vencer este mal es  el gran desafío.

Participar de una comunidad de mujeres y hombres viviendo la paz es el sueño a construir. ¡En unidad!

 

Pastora Inés Simeone

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