Domingo de Ramos 2024

El evangelio de Marcos nos habla de la entrada de Jesús en Jerusalén, un momento clave en su vida y en la historia cristiana. A diferencia de los poderosos, Jesús entra humildemente montado en un burrito, identificándose con los humildes y los pobres. Esto desafió las expectativas de un Mesías guerrero y poderoso. La gente, especialmente los marginados, le aclamaba con gritos de Hosanna (¡Salvamos Señor!, ¡Sálvanos ya!). Jesús, sin armas ni lujos, representaba la esperanza de justicia y vida plena para el pueblo.

Hoy, nuestro grito de hosanna se eleva desde los rincones más vulnerables de la sociedad. Es el clamor de las/os madres/padres por sus hijos, del trabajador desempleado, de los jóvenes sin oportunidades que anhelan un futuro digno. Es el grito de los enfermos sin acceso a la atención médica adecuada, de los ancianos en situación de vulnerabilidad, de los migrantes, de los refugiados… Nuestro hosanna es un grito por justicia en un mundo que todavía prima la desigualdad y el sufrimiento.

Frente a tantos hosannas. Cómo cristianas/os somos llamados a centrar nuestra esperanza en aquel que nos amó primero y, que a pesar del dolor que lo esperaba, entró triunfante por las puertas de Jerusalén.

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